Desde épocas ancestrales nuestras abuelas resistieron e insurgieron la conquista, las colonialidades, el epistemicidio desde la sabiduría ancestral. Ellas a través del canto de las abuelas, como Inanadili fueron inspiradas para aprender a vivir en comunidad.
La vida en los pueblos indígenas, se vive en narrativa y las abuelas en la cotidianidad al trabajar en el campo, al remar, coser, tejer, cargar la leña, cuidar a los niños y niñas; al trabajar en construir la nega (casa), estar atentas al ciclo de la Tierra entre otros, fueron moldeadas, y fortalecieron su cuerpo en todo los sentidos para vivir, enfrentar y resistir los sistemas del mal. La pregunta que planteamos es, ¿Cómo la memoria de las mujeres desde su ser han sido fortalecidos en la vida en comunidad, como cuerpo-territorio desde la sabiduría milenaria de las abuelas indígenas en Panamá como legado a las nuevas generaciones de mujeres indígenas?
Cada tejido que se narra en los pueblos en Abya Yala es una colección de saberes de nuestras memorias. Desde niña escuche, vi, toque, olí, los distintos relatos de mi pueblo. La primera voz que escuche fue la de mi mamá mientras estaba en el vientre Su canto se unía al de la madre tierra para enseñarme, enseñarnos que la vida en el pueblo guna se vive en armonía con Nagwaba (Madre Tierra). Este canto en la formación del bebé/a; es muy importante, porque así como el bebé/a, se alimenta y su cuerpo crece, también su espíritu se alimenta.
Reconociendo la importancia del cuidado integral, la mujer gunadule se baña con plantas medicinales, toma medicina guna. Ella sabe que hay una conexión muy cercana con la Tierra, mientras el bebé o la bebé, se está gestando. Las memorias en los tejidos de los saberes ancestrales.Las mujeres indígenas en Abya Yala, a través del tejido han sido preservadoras de las identidades en sus pueblos.
Por ejemplo la mujer gunadule a partir de la mola (arte y forma de comunicación) muestra la cosmovivencia del pueblo guna, su relación con la tierra, a través de figuras, formas, símbolos que nos hilan el camino hacia una espiritualidad que viven desde el ser mujer y su mirada y encuentro con la comunidad y la tierra. La mochila serrana en Colombia, trasciende significados espirituales, simbólicos que los entrelaza con la cotidianidad y la feminidad, siendo un texto sagrado que presenta la memoria de la araña como la gran tejedora. Las danzas y pintura en el cuerpo de la mujer Emberá son arte y resistencia desde y con su corporalidad como guardiana de su pueblo.
Estas son solo pequeñas muestras de lo plural, lo misterioso, lo profundo de los tejidos ancestrales de nuestros pueblos. Cuando se unen los hilos podemos ver puntos en común de los tejidos de nuestros pueblos, como son el sentido de fortaleza, gratitud y pertenencia hacia Nabgwana (Madre tierra), la resistencia desde el tejido como guardianas de las identidades, la reciprocidad al dar y recibir de generación en generación, la comunidad, al encontrarse con la y el otro, donde soy por quien es el otro y allí es este encuentro que podemos construir políticas basadas en una ética del buen vivir, hacia la tierra y los demás. Esta ética está fundamentada en “mer atursae” (no robes), “mer gagansae” (no mientas), “mer geguoed” (no seas perezoso). Y cada una de estas normas éticas sustentadas por su relación con la comunidad y siendo parte la humanidad de la comunidad de la Tierra y el creador o creadora. Pero también hay puntos muy específicos de cada pueblo que desde su particularidad nos muestran una riqueza única, que al ser compartida con otros y pasar nuestras fronteras epistemológicas y ontológicas para encontrarnos y desde esta espacio dinámico, podamos construir nuevos relatos que promuevan una sociedad más diversa, plural, solidaria, justas como eje transversal en nuestras políticas de vida.
Cantos de Esperanza en contra del epistemicidio En el contexto de Abya Yala (América Latina y del Caribe), existen muchas formas de violencia que atentan contra la dignidad del ser humano. Estas violencias manifestadas con distintos rostros. La violencia estructural, que están insertos en todos los niveles públicos y de los estados; y que se ejerce en distintas áreas de la sociedad. La corrupción es un mal que carcome nuestros pueblos. Y está presente de manera tangible hacia las mujeres, mujeres indígenas y afros. En Abya Yala, se estima que alrededor de 26 millones de mujeres indígenas son excluidas de distintas formas de espacios de participación y no gozan de vida plena y de derechos. Donde las problemáticas asociadas a la violencia, sea ésta sistémica, física, económica y patrimonial, psicológica, sexual, simbólica, asociada al racismo y clasismo. En esa línea, el machismo y androcentrismo-flagelo y opresión ampliamente presente en espacios públicos y privados- se acentúan con el colonialismo se reproduce y profundiza a través de las políticas públicas y los medios tradicionales de comunicación que responden a los intereses políticos dominantes. Generando cada día más epistemicidio apuntando a la destrucción de saberes propios de un pueblo. De la liquidación de algunas formas de aprender, crear y transmitir conocimientos comunitarios, ancestrales o los propios de ciertas culturas de naturaleza genuina especialmente el nacimiento y uso del método científico como el único validado por parte de las clases dominantes. Esta dominación se ha manifestado en nuestros pueblos y el papel de la mujer en las poblaciones indígenas que era natural y necesario, ha sido relegado por razones del colonialismo del saber, del ser que se han implantados de manera violenta.
Encontrándonos con nuestras memorias cuando canta la abuela en la choza, hay silencio en la comunidad, porque la abuela va expresar palabras de sabiduría que aprendió de quien ha vivido muchas lunas. Hablará palabras de Baba y Nana, contará los relatos de la Madre Tierra. Un pueblo que se encuentra con sus memorias, es capaz de identificarse con su dolor, con las celebraciones y alegrías en y de su pueblo. Desde los sentidos y las emociones trabaja en la sanidad y reconciliación de su pueblo. Esta salud está expresada en comunidad, porque al sanarse el otro, sana uno. Además sanar implica ser consciente de nuestras luchas, revoluciones, de las narrativas que por siglos han sostenido a los pueblos en Abya Yala. Reconociendo estas narrativas que se encuentran en nuestras memorias quisiera proponer una investigación comunitaria que a través de los tejidos expresados en relatos, símbolos, artes, cantos, ceremonias entre otros puedan contribuir la recuperación de las memorias a través de la voz de la mujer como actora y gestora de la identidad de su pueblo y su resistencia en contra del epistemicidio y cómo la fortaleza del cuerpo-territorio de las mujeres indígenas, guna, emberá, Ngäbe y buglé nos proponen desde sus memorias, relatos de las abuelas que dan fortaleza al cuerpo-territorio.
Hipótesis del trabajo:
Sí las mujeres indígenas hoy día tienen espacios para seguir afirmando lo que por cientos de años han resistido. Las nuevas generaciones de mujeres seguirán afirmando sus memorias y resistiendo al colonialismo del saber, del ser, desde los saberes de sus abuelas.
La metodología: La fenomenológica, y desde el tejido de la mujer gunadule en capa de sabidurías a través de la mola (arte y forma de comunicación).Estas entrevistas de tipo cualitativo- informal, lo realizarán las mismas jóvenes indígenas que participan en los juegos ancestrales lo harán a sus abuelas, mamás y tías. Y también les haremos unas entrevistas a las mismas atletas sobre sus experiencias.
Bibliografía
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Entrevista orales a las abuelas y atletas de los juegos ancestrales
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